pynchon tartar

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* 7 VÍDEOS PROMOCIONALES PARA Thomas Pynchon. Un escritor sin orificios
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miércoles, 10 de marzo de 2010

Pynchon. Sobre los amigos exigentes (1).


Uno no puede evitar la sospecha de que cada vez que aparecen en Arco Iris o en The Crying of Lot 49 las palabras esfuerzo, prueba, trabajo, se habla en realidad (o Pynchon tiene en mente, uno teme) de otra cosa que la que el relato necesita para su movimiento, de una cosa constante, si se me permite así. Debe ser inevitable para Thomas Pynchon plantearse continuamente el tema de la Exigencia y la Recompensa o la Gratitud. Como está claro que la voz de Oedipa o aquello que le dé voz a Oedipa o a Meatball Mulligan no juzgan a su lector como un oponente, aceptadme la conveniencia de que Pynchon nos ve más como un oyente al que ha decidido alimentar, pero con el mimo que crea necesario. A su manera. Yo acaricio así, disculpe. Éste lector es muchas veces una carga; nuestra presencia no puede dejar de molestarle alguna vez, imagino. Quiero decir que eso es lo que debe motivar a menudo pasajes sobre la tenacidad. Ésta es mi preocupación mientras leo, por ejemplo:


"(…) al concentrarnos en un estímulo, excluimos por inducción negativa otros estímulos colaterales y simultáneos porque, con frecuencia, éstos no se adecuan a las circunstancias, no son reacciones complementarias en el entorno dado” (y no pierdo de vista que se está hablando de Pavlov, estímulo y respuesta).

Pienso, ¿se sentirá Pynchon responsable de mí durante el tiempo que nos han dejado a solas? ¿Siente remordimientos cuando se da cuenta de que no me está cuidando –de que, a ojos de los demás, no me está cuidando como se debe-? Afortunadamente hay frases que me convencen de que no y páginas que me visten de empalado morosamente (puedo haberme olvidado una a, claro), apretándome bien la soga al cuerpo mientras me dice algo sobre lo que me espera si llego al final, si soy capaz de contemplarlo completo.

En ningún momento ha dicho Pynchon quiero ases. Pero cuando escribe para ases no se le puede disculpar de toda responsabilidad en el daño causado por la maestría. El daño causado a otros por la maestría es tan importante que me encantaría poder decir que eso es la Historia Natural Humana y que fuese verdad, pero no lo es, por desgracia.